Después de una horrible experiencia en la que un desaprensivo le había roto el corazón, Meredith Blair estaba convencida de que no volvería a desear a ningún hombre, y menos aun a enamorarse. Pero Adam Richards, aquel hombre mayor que la «compró» en una subasta benéfica de solteras, parecía empeñado en demostrarle que estaba muy equivocada. Era rico, amable e increíblemente guapo, y además estaba muy interesado en ella, que no era más que una mujer de aspecto corriente. Adam no quería sólo una cita de una noche, sino algo mucho más… duradero.
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