Una declaración de amor en una limusina era lo último que necesitaba Sarah Malcom. Era cierto que Harris Davidson era rico, poderoso y muy sexy, pero también le habían dejado muy claro que en su vida no había sitio para el amor...
Teniendo que cuidar a sus hermanos y dirigir el restaurante, Sarah no entendía por qué no podía dejar de pensar en aquel hombre.
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